2. Supraconciencia sensitiva en el hombre.—Antes de proseguir es preciso que recordemos un luminoso principio de raigambre neoplatónica. Podríamos expresarlo del modo siguiente: En toda multitud ordenada de seres, según una escala intensiva de perfecciones, lo supremo de cada orden participa en alguna manera de la perfección del orden superior inmediato (2).
E1 hambre se halla sometido también a esta ley ~aniversal, que rige el orden del cosmos. Como horixonte de la materia y el espíritu, se encuentra en posición de apertura a la inuuencia de niveles ontológicos superiores.
Así, pues, la conciencia sensitiva humana, por ffU propinquidad a la inteligencia se halla bajo la inuuencia de la misma. Tal inuuencia cons tituye la supraconciencia sensitiva, algunas de cuyas manifefftaciones po. demos concretar del modo siguiente: capacidad de relacionar y de juz. gar claramente de lo singular y contingente, de entender y poner orden en el caos de lo material; en los brutos la capacidad del orden y la pro. porción, incluso en lo singular, es nula y casi nula la facultad de rela. cionar o entender las relaciones. Anadamo~ también el sentido y per cepción de la belleza física; la capacidad creadora artística, en cuanto la sensibilidad estética inuuye y reuuye de la inteligencia práctica; e igualmente la capacidad técnica para el uso y la inventiva o perfec cionamiento de instrumentos. Todo ello, juntamente con el ffentido de armonía y de proporción geométrica, que en el hombre es participado,
337
incluso por los sentidos externos más perfectos, como el oído y la vista, por su unión con la razón, constituye, sin dada, a la conciencia sensitiva humana en un nivel más elevado del que en cuanto conciencia sensitiva simplemente le pertenece, ya que la eleva hasta los umbrales mismos de la razón. Por ello bien podemos hablar de una supraconciencia sensitiva en el hombre.
5. Conciencia y supraconciencia. Relaciones.—Si ahora quisiéramos hacer una descripción de la supraconciencia en el hombre partiendo del análisis precedente, diríamos que es el nivel superior de nuestra conciencia intelectiva, en cuanto ésta se halla en posición de apertura ante grados ontológicos suprasensibles y suprahumanos. o de otra manera: es una participación superior por nuestra conciencia de la luz inteligible, que fluye de niveles ontológicos suprahumanos. Es, pues, una iluminación superior, recibida por el hambre en la porción más elevada de su ser intelectual; pero recibida según la limitación y el modo propio del ser humano: quidquid recipitur ad modum reeipientis recipitur. Por ello, lo que en la mente separada del espíritu puro resulta un nivel normal, cuando es participado por la mente de un espíritu encarnado, constituye un supranivel para el mismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario