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lunes, 2 de noviembre de 2009

la supraconciencia o el supraconciente

la consiencia


Lo que llamamos generalmente conciencia puede ser definido como un lugar en el que todos los representantes de nuestro organismo físico y de nuestro organismo psíquico han convenido encontrarse. Es algo así cono la organización de las naciones unidas en ginebra. ginebra es una ciudad en la que los representantes de las potenci­as del mundo entero, amigas o enemigas, se dan cita para parlamentar y para resol­ver ciertos problemas y, cuanto menos se convierte, por algún tiempo, en la conci­encia del mundo: se pone en claro algunos puntos de vista, se discute, se toman decisiones, etc... De la misma manera, la conciencia es una zona neutra, una zona franca donde elementos y fuerzas de diversa naturaleza vienen a dar su opinión y a expresarse en la medida en que las circunstancias lo permiten.

Podemos también compararla a una pizarra o a una pantalla en la que se manifiesta todo lo que sucede en este mundo que es el ser humano. Según sea el grado de evolución del individuo, la naturaleza y el número de estas inscripciones son, evidentemente diferentes. A veces sucede que nuestra conciencia no solamente es influenciada por nosotros mismos, sino, que es otra persona la que logra proyectar su voluntady sus deseos en nuestra pantalla y nos empuja a realizar sus deseos sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello. Creemos que somos nosotros mismos, pero, en realidad es otro quien, de alguna manera nos manipula. El iniciado, es el hombre que esta instruido para llegar ha hacerse dueño de su propia consciencia, y no se deja influir, ni por las fuerzas externas ni internas que provienen de su subconsciente (aunque sea consciente de esas fuerzas y sugerencias). Un iniciado ha comprendido que los intereses de los diferentes cuerpos y órganos que hay en él, deben converger en el interés de todo el ser y, en consecu­encia, impone la armonía a todos estos representantes, con lo cual su conciencia se transforma en supraconciencia.

Lo que llamamos conciencia en los hombres corrientes, no es a menudo, otra cosa que la manifestación de la subconciencia; todos los instintos heredados, todas las tendencias animales instintivas intentan continuamente manifestarse, proyectarse en la pantalla de la conciencia. Por eso, cuando el discípulo comienza a adentrarse en el camino de la iniciación, debe esperar encontrarse con sorpresas. Quiere rezar, ser bueno, puro, pero, he aquí que otro deseo empieza a gritar dentro de él: ¡ah, no, no!, ¡eso no!, ¡quiero otra cosa...! y entonces el pobre, a menudo capitula. Pero si a pesar de todo, continúa luchando contra estos deseos inferiores, entonces consigue liberarse, independizarse y empezar paulatinamente a vivir en la supracon­ciencia.

Pero volvamos a la conciencia. De manera general podemos decir que la conciencia es el reflejo de las preocupaciones del hombre, de su manera de vivir, y sólo existe como una consecuencia de todos los procesos físicos y psíquicos que se desarrollan en el ser humano. Es una pantalla en la que proyectan las imágenes de la vida externa e interna. Si vuestra conciencia es desgraciada, si es presa de angustias y de obsesiones, hasta que no cambie de vida es inútil que intente escapar de estas an­gustias y obsesiones. De lo contrario, es como si estuviera descontento con las imágenes que se proyectan en una pantalla y quisiera cambiar la pantalla en lugar de cambiar la película. La conciencia se manifiesta al nivel del cerebro, pero este es el resultado del funcionamiento de todas las células; hay que actuar, pues, sobre las células para cambiar la conciencia, y no sobre la pantalla, que está al margen de todo eso. La pantalla es la parte femenina, la parte que simplemente refleja una realidad interior. Y la vida que se proyecta es la parte masculina, el comportamiento real, el cual debemos cambiar si queremos que en la pantalla de la conciencia se reflejen imágenes más bellas, más armoniosas.

Podemos decir, y sería correcto, que el espíritu tiene su conciencia, naturalmente tiene una conciencia mucho más elevada que la que pudiera tener, por ejemplo, el al­ma. Y el alma divina tiene una conciencia más amplia que la del alma humana. De es­ta manera podríamos ir ascendiendo o descendiendo en los niveles de conciencia de cada plano, de cada estado o cuerpo de manifestación determinado. El trabajo del discípulo consiste precisamente en esto, en ir aumentando y ampliando cada vez más su nivel de conciencia, porque como hemos dicho la conciencia está delimitada por la evolución alcanzada del individuo.

Desde hace unas décadas, se oye hablar mucho sobre el subconsciente. Desgraciadamente los psi­coanalistas que se han puesto a explorarlo ignoran lo peligrosas que son las regiones del ser humano que están removiendo, regiones en las que se apiñan todos los monstruos prehistóricos. Todos estos animales ancestrales están presentes en el subconsciente del hombre. Por eso, cuando los psicoanalistas, -que no están instruidos en la ciencia iniciática-, se lanzan imprudentemente a remover todas las capas que están enterradas, con el pretexto de ir a buscar en el subconsciente de la gente ciertos trastornos, despiertan en algunos casos, a estos animales. Los cuales perturban en gran medida la psiquis del paciente. (El trabajoque están realizando lospsiquiatras y psicoanalistas hoy en día, verdaderamente, es un trabajo encomiable y muy difícil -al ser una ciencia aún muy joven-). No decimos con eso, ni mucho menos, que haya que dejar completamente de lado al subconsciente, no; y hasta se dan métodos espirituales para servirnos de él. Debemos saber por ejemplo, que las verdaderas transformaciones nunca se han producido por el pensamiento, en la conciencia, sino con las fuerzas del subconsciente. Por eso, para obtener la realización de nuestras aspiraciones espirituales, debemos aprender a descender a nuestro subconsciente, depositando en él la imagen de estas aspiraciones. Gracias al trabajo consciente, la realización acabará por producirse un día, pero necesitamos mucho más tiempo que si pudiéramos trabajar con el subconsciente, porque las puertas del la subconciencia, que está ligada al mundo ve­getal, están muy cerca del plano físico y por lo tanto de la realización, mientras que la supraconsciencia está muy lejos. Por eso, si llegamos a situar nuestros deseos en la región de la subconciencia, éstos podrán realizarse mucho más rápidamente. Este es, también, el principio de la hipnosis. Al hipnotizar a alguien, actuamos sobre su subconsciente, y la persona ejecuta las órdenes que le damos, lo que no ha­bría hecho si nos hubiéramos dirigido a ella cuando estaba despierta y era perfecta­mente consciente. (Este ejemplo sobre la hipnosis, es simplemente un dato, ya que en verdad, el ocultismo no está de acuerdo con ello, ya que todo lo que descartado en la vida espiritual)

Ejercicios

Hay, pues, ejercicios que podemos hacer para acelerar la realización de nuestro trabajo. Cuando queramos tener resultados más rápidamente en el terreno espiritual, debemos concentrarnos y meditar en la meta que queremos alcanzar, y después debemos dormimos porque las fuerzas subconscientes nos ayudarán a materializar nuestro deseo. Los maestros han hecho, durante años, estas experiencias. Y si han realizado algo más que los demás, es precisamente porque han trabajado de esta manera. La mayoría de los hombres se contentan con remover ideas... ¡OH!, claro, reconocemos que a veces se tratan de ideas geniales, sublimes; pero estas ideas deben ser realizadas, y, para realizarlas, hay muchos métodos. Acabamos de dar uno, pero también podemos de tratar de materializar las ideas mejorando nuestra manera de vivir, aprendiendo cómo realizar mejor cada uno de los actos de nuestra vida cotidiana: correr, respirar, andar, dormir, etc... Porque cada uno de estos actos está conectado con nuestra vida subconsciente, y si sabemos cómo realizarlos, podemos contribuir a la materialización de una idea divi­na. Por lo demás, y a propósito del sueño, si hemos insistido tanto en la importancia que tiene el estado en el que nos dormimos, es porque el sueño favorece la cristali­zación de este estado en el subconsciente. Siempre debemos dormimos con los mejo­res pensamientos y con los mejores deseos, porque así ayudaremos a su realización.

El subconsciente es una región muy vasta y peligrosa, comparable a las profundida­des del océano. Si queremos zambullirnos en ella sin el material necesario, quizás no podamos contarlo, porque en estas regiones, en estas profundidades hay monstruos que nos pueden devorar. Sabemos que para descender a las profundidades de los mares o a las cavernas subterráneas hay que ir bien equipados. Y, por otra parte, para acometer cualquier empresa que sea un poco peligrosa es necesario estar físicamente entrenado y, además, ir bien equipado para poder protegerse. Y, sin embargo, cuando se trata de bajar a las profundidades de nuestra propia naturaleza, la gente se imagina que es fácil, que no hay peligro. Pues bien, ahí están, precisamente, los mayo­res peligros; y hay que estar equipados.

Pero, ¿cómo equiparse?

No es tan fácil. Solamente podéis encontrar este bagaje psíquico en las regiones que están situadas encima de la consciencia y de la consciencia de sí: en la supra­conciencia; hay que ir allí antes de zambullirse en el subconsciente. Esto quiere decir que hay que adquirir conocimiento sobre la estructura de estas regiones y la naturaleza de las entidades que las habitan y también que se necesita haber desarrollado ciertas virtudes: la pureza y el autocontrol, para poseer un aura poderosa que permita descender a los abismos sin peligro. Hay que estar preparados, y hay que tener,como los buzos de antaño, una conexión con la superficie, una cuerda con la que puedan tirar nuestros amigos, que están arriba, para izarnos en caso de peligro. Vivir una vida completamente vulgar y, sin haberse purificado no se puede acometer tales empresas tan elevadas. naturalmente, si nos place, podemos ir a medirnos con los monstruos y las malas entidades, pero que tenemos que saber de antemano que si únicamente contamos en la lu­cha con nuestros propios medios, serenos aplastados, devorados, aniquilados internamente. Ante todo hay que conectarse con los espíritus superiores del mundo de la luz, pedirles armas, protección, y sólo entonces podremos partir hacia el combate; porque al sentir que estamos armados, las entidades inferiores se dispersarán. Y si estamos en peligro, las entidades celestiales, que saben que al término de su evolu­ción el hombre debe explorar los abismos que hay en él, no os abandonarán. Pero no vayamos, porque está de moda.

En el subconsciente está todo el“recuerdo de los tiempos”, desde nuestra primera experiencia en la tierra, hasta el recuerdo de toda nuestra evolución desde el inicio de los tiempos. Todo, absolutamente todo está grabado en el subconsciente, ya que de otra manera la evolución sería imposible al no tener una continuidady relación de experiencia vividas para seguir evolucionando. Desde nuestros errores hasta nuestros perfeccionamientos... solo así, reteniendo en el subconsciente todas las experiencias vividas podemos ir avanzando. Para el subconsciente, así como para el alma, no existen experiencias buenas ni malas; todas son experiencias enriquece­doras para nuestra evolución. Lo que ocurre respecto al peligro existente en el subconsciente, es el de que al introducirnos en él sin un verdadero autocontrol de nuestra naturaleza inferior, puede suceder muy fácilmente que despertemos dolores, sufrimientos, complejos, angustias.. Etc ya pasadas y olvidadas para nuestro pequeño e infantil consciente. Y esto puede repercutir gravemente en el equilibrio de nuestra personalidad, todavía inmadura y no subyugada por nuestra alma.

Para el ocultista, para el discípulo entrenado es más que necesario explorar estas regiones subconscientes. Pero él no va con un palo a remover el lodo, sino que va con una "antorcha encendida", con el fin de iluminar el subconsciente. El subcons­ciente debe ser iluminado totalmente, ya que esa parte de nosotros mismos permane­ce prácticamente a oscuras durante todas nuestras existencias. La oscuridad en nosotros debe ser iluminada; no debe existir en nuestra naturaleza ninguna parte en oscuridad. Ningún maestro tiene en sí ni una sola sombra de oscuridad. Y esto se consigue trabajando y ejercitándonos en atraer la luz; esa luz proviene de nuestro ser superior, de nuestra verdadera alma-divina y del espíritu que es nuestro verdadero ser. Buda, significa "el iluminado", y donde hay luz, iluminación por naturaleza no puede haber tinieblas ni oscuridad.

La psicología moderna, reconoce que el hombre sólo utiliza aproximadamente un 3% de su verdadero potencial mental. La ciencia esotérica también lo afirma. Ante esta rotunda afirmación cabe preguntarse: ¿por qué utilizamos sólo ese 3%? y ¿por qué no podemos utilizar el otro 97% restante? la ciencia oficial no tiene una respuesta segura a esta pregunta, ya que el estudio profundo de la mente a nivel científico es algo muy reciente de nuestro siglo xx. Sin embargo la ciencia más antigua del mundo, la ciencia sagrada o arcaica sí tiene una respuesta para esta trascendental pregun­ta. Y durante milenios se ha ido divulgando; primero de boca a oído, de maestro a discípulo personalmente y en el más absoluto secreto; luego más tarde de maestro a grupos seleccionados donde también permanecía la ley del silencio; después se ha ido divulgando a gran escala, a través de los maestros, iniciados y discípulos por todo el mundo. Y el conocimiento esotérico que enseñaban, precisamente era cómo ha­cer despertar al hombre del sueño de la ignorancia. Y cómo convertir el inconsciente en consciente, es decir, hacernos poseedores de todo nuestro verdadero potencial que heredamos de nuestro creador. En eso consiste el camino espiritual, en ir despertando a nuestra verdadera naturaleza divina.


la supraconciencia

En su origen, el hombre era un espíritu puro creado a imagen de dios y vivía en el seno del eterno; pero todo lo que había vivido, en la paz, en la bienaventuranza y en la luz, quedó olvidado y prácticamente enterrado en el transcurso de su descenso a la materia. sin embargo aquella experiencia quedó inscrita en esta región que los iniciados llaman supraconsciencia, que es la región del futuro y del pasado lejano, pero mucho más lejano aún que el pasado que tenemos en común con los animales:el pasado de nuestra vida en el "paraíso". para que este mundo sublime de la supraconsciencia pueda aflorar a la superficie y expresarse, el hombre tiene que dejarse llevar por ciertos impulsos superiores; pero, evidentemente, es necesario un trabajo previo de organización y de purificación interna para abrir algunos caminos hasta esta región elevada de la conciencia superior; sólo entonces se desencadenarán co­rrientes divinas de pura luz, de pura música, de pura inspiración. de la inconsciencia en los reinos inferiores pasamos a la consciencia del reino hu­mano, y de la consciencia humana pasamos a la supraconsciencia divina, que es el estado natural del alma. sí, el alma divina es supraconsciente ya queveel mundo de las causas, del origen de todos los efectos y procesos de la vida. curiosamente, ser más consciente quiere decir precisamente ser menos inconscientes, con lo cual podemos deducir, que debemos ganar terreno al subconsciente, iluminarlo para que éste forme parte del consciente. Una vez que nuestro pequeño consciente vaya recupe­rando la capacidad de utilizar esa parte del subconsciente que no podía controlar, es cuando empezamos realmente a ser supraconscientes, mucho más conscientes.

La intuición forma parte de la supraconciencia. La intuición es el instrumento del alma. La verdadera intuición -que todos los iniciados poseen- es el reconocimiento instantáneo de la verdadera naturaleza de las cosas. La intuición está justamente por encima del intelecto, y su función es de naturaleza divina y natural. Los animales poseen instinto, los hombres poseen intelecto, y los iniciados intuición. Son tres aspectos de un mismo patrón, pero bien diferenciados, cada uno perte­nece a un reino aunque con una salvedad, el hombre puede desarrollar la capacidad de la intuición trascendiendo el intelecto en una misma vida, y convertirse en un iniciado, cosa que no puede hacer un animal por no estar individualizado.

Podemos hacer una tabla de correspondencias con estos tres aspectos, veamos:

REINO ESTADO NIVEL
Animal Instintivo Subconsciente
Humano Intelectual Consciente
Espiritual Intuitivo Supraconsciente

Muchos filósofos, psicólogos y psicoanalistas han estudiado el problema de los di­ferentes niveles de la consciencia. Lo que han dicho es muy interesante, pero, a menudo, muy difícil de relacionar con la experiencia de la vida cotidiana. Por ello daremos un ejemplo sencillo que nos permitirá comprenderlo fácilmente:

“imaginad que en una caída habéis recibido un golpe violento en la cabeza y os habéis desmayado: estáis sumidos en la inconsciencia. Tratan de reanimaros y empezáis a moveros ligeramente, sin abrir aún los ojos: estáis en el estado de en los ejercicios espirituales de “alineamiento”, utilizamos una técnica, para alinear los tres cuerpos. Cuando los tres cuerpos: físico, astral y mental están alineados, y no molestan con sus vibraciones inferiores. En ese estado de quietud interior, es cuando el hombre puede actuar como alma humana, coherente, libre y controlador de los tres cuerpos. En ese punto de identificación superior con nuestra conciencia elevada, es cuando podemos trabajar para hacer contacto con su aspecto superior o alma divina. Y esto se consigue con la meditación, y una vida espiritual -cuando hablamos de espiritualidad, no nos estamos refiriendo a la vida mística, o santurrona a la que estamos acostumbrados a creer. No se trata de aislarse del mundo y del pecado, como comúnmente se cree. Sino de establecer en el mundo cotidiano, en el mundo de todos los días y en cualquiera de sus diversos aspec­tos, un puente por el cual podamos expresar todo nuestro potencial de las mejores cualidades, consagrando inteligentemente cada obra, cada acto, cada palabra, para el bien común. Manifestando así; el espíritu en la materia; el reino de dios en la tierra....... (Eso es vivir espiritualmente y con plenitud).

Este aspecto del alma (alma humana) desarrolla habitualmente su actividad por medio de la mente concreta, habiendo sido proyectado desde el alma hasta el interior de la materia en el momento de la primera encarnación como auténtico ser humano. Du­rante el largo ciclo de encarnaciones este aspecto se va haciendo progresivamente más sensible a la carencia de su verdadero ser. La irresistible atracción de la afinidad de su propia identidad le impele a perseguir esa reunión como meta funda­mental de su existencia, y ello promueve a la elevación espiritual, a la "búsqueda".

Es también llamada el alma total, y es la contraparte del alma individual o humana. Ella, de alguna forma, participa con el resto de las almas humanas, en los planos elevados, de la mística "comunión de los santos" de la que hablan las tradiciones cristianas. Nuestra alma divina es asistida y dirigida -en su experiencia evolutiva- por esas elevadas entidades que reciben esotéricamente el nombre de "ángeles solares". Los ángeles solares, son realmente los arquetipos para el alma total, el modelo y el molde al cual deben ajustarse en su desarrollo. Son asimismo denominados hijos de la mente, y se les considera bajo esta óptica como frutos del pensamiento de la mente universal (mahat). Ellos imprimen las tónicas vibratorias para la expresión de las cualidades de razón, amor y voluntad puras que habrá en su día de corresponder a la armonía del alma total plenamente desarrollada. Son señores de sacrificio y arquetipos de perfección humana. Reciben también el nombre de "dyanes de fuego" en la doctrina secreta. Ellos vinieron del corazón del sol (de ahí su nombre de ángeles solares), para ayudar en la evolución del hombre, esto tuvo lugar en la ra­za lemúrica ayudándonos a la individualización. Los ángeles solares pertenecen al quinto reino de la naturaleza o súper humano, y están unidos a cada hombre hasta que éste llegue a la cuarta iniciación. Son, por lo tanto, ángeles que en perfecta unión con el alma del hombre, les ayuda hasta que el espíritu puede hacerse cargo plenamente de su reflejo un hombre terrenal.

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