cuando entiendas la tecnica de la danza con la muerte tu atencion y concentracion en lo que haces crecera o si quieres puedes hacerlo con la tecnica budista
todo es concentracion incluso hasta sentir una sensacion agradable y mantenerla es concentracion la tecnica de los budistas es esta :
Fregando los platos para fregar los platos
En Estados Unidos tengo un amigo íntimo llamado Jim Forest. El invierno pasado vino a visitarme. Yo siempre friego los platos después de cenar, antes de sentarme a tomar un té con cualquier persona. Una noche me pregunto Jim si podía fregar él, le dije: “Hazlo, pero si vas a fregar los platos debes saber cómo hacerlo”. Jim contestó: “Vamos, Thay, ¿crees que no sé cómo fregar los platos?”. Le respondí: “Hay dos formas de fregar los platos. La primera es fregar para tener los platos limpios y la segunda es fregar los platos para fregar los platos”. Jim estaba encantado y dijo: “Elijo la segunda forma: fregar los platos para fregar los platos”. Desde entonces Jim supo cómo había que fregar los platos, y le transferí la “responsabilidad” durante una semana. Después hizo una enorme propaganda acerca del fregar los platos para fregar los platos e incluso publicó la frase en varios periódicos. En casa lo mencionó tantas veces que un día Laura le dijo: “Si realmente te gusta tanto fregar los platos para fregar platos, hay un armario lleno de platos limpios en la cocina, ¿por qué no vas y los friegas?
Hace treinta años, cuando yo era todavía un novicio en la Pagoda de Tu Hieu, fregar los platos era una tarea poco agradable. Durante la estación de Retiro, cuando todos los monjes volvían al Monasterio, dos novicios tenían que hacer la comida y fregar a veces para más de cien monjes. No había jabón. Sólo teníamos cenizas, cascarillas de arroz y cáscaras de coco, eso era todo. Lavar tan enorme pila de tazas era una tarea ingrata, especialmente en invierno cuando el agua estaba helada. Entonces tenías que calentar un gran balde de agua antes de poder restregarlos. Hoy en día, se tiene una cocina equipada con jabón líquido, estropajos especiales e incluso agua corriente caliente que lo hacen todo más agradable. Hoy es más fácil disfrutar fregando. Cualquiera puede hacerlo a toda velocidad para sentarse luego a disfrutar una taza de té. Incluso conozco a un montón de mujeres que le han pedido a su marido un lavaplatos; Quang, puedo comprender la lavadora, aunque siempre lavo a mano mi ropa, pero un lavaplatos ¡es ir demasiado lejos! Estoy seguro de que al regresar las mujeres a casa cloquearían con desaprobación ¡Cielos! ¿Cómo puede nadie ser tan perezoso?
Según el Sutra de la Atención Mental, mientras se friegan los platos uno debe estar solamente fregando los platos, lo cual quiere decir que mientras se hace eso uno debe estar completamente atento al hecho de que está fregando. A primera vista puede parecer un poco tonto: ¿Porqué poner tanta preocupación en algo tan simple? Pero ese es precisamente el asunto, Quang. El hecho de que yo este aquí lavando las tazas es una realidad maravillosa. Estoy siendo totalmente yo mismo, siguiendo mi respiración, consciente de mi presencia y presente de mis pensamientos y acciones. No hay forma de ser zarandeado estúpidamente de aquí para allá por las olas. La conciencia no puede ser dispersada como la espuma en la cresta de las olas cuando se estrellan contra el acantilado.
Si mientras lavamos los platos, solamente estamos pensando en la taza de té que nos aguarda o en cualquier otra cosa que pertenezca al futuro, o nos estamos a apresurarnos a quitarnos los platos de encima como si fuera alguna molestia, entonces no estamos “fregando los platos para fregar los platos”, y lo que es m’as, no estamos vivos durante el tiempo en que tardamos en hacerlo. De hecho, somos completamente incapaces de apreciar el milagro de la vida mientras permanezcamos ante la pila. Sino podemos fregar los platos, todas las oportunidades serán de que tampoco podremos disfrutar nuestra taza de té; mientras nos la bebemos estaremos pensando en otras cosas, apenas despiertos al hecho de la taza de té que tenemos ante las manos. De ese modo estaremos absortos en el futuro y lo que significa realmente es que seremos incapaces de vivir un solo memento de nuestra vida.
Encontrar Tiempo para practicar la Atención Mental
Hace más de treinta años, cuando ingrese en el monasterio, los monjes me entregaron un librito llamado “La disciplina esencial para el uso cotidiano”, escrito por el monje budista Doc The de la pagoda Bao Son y me recomendaron aprenderlo de memoria. Era un libro delgado, no debía tener más de 40 páginas, pero contenía todos los pensamientos que Doc The acostumbraba a despertar su mente mientras realizaba cualquier tarea. Por ejemplo, al levantarse a la mañana su primer pensamiento era: “Acabo de despertarme, espero que todas las personas alcancen un gran conocimiento y vean claramente en las diez direcciones”. Cuando se lavaba las manos, usaba este pensamiento para situarse a sí mismo en la atención mental. ”Lavando mis manos, espero que cada persona tenga las manos limpias para recibir la Realidad”. El libro se componía sólo de frases como éstas; su finalidad era ayudar al principiante a sostener su propia conciencia. El Maestro Zen Doc The nos ayudaba a todos los jóvenes novicios a practicar, de una forma relativamente f’acil, aquellas cosas que se enseñan en al Sutra de la Atención Mental. Cada vez que te vestías, fregabas los platos, ibas al cuarto de baño, doblabas la esterilla, llevabas cubos de agua, te cepillabas los dientes, etc., podías usar uno de los pensamientos del libro para mantener atenta la conciencia de ti mismo.
El Sutra de la Atención Mental dice: “Cuando ande, el practicante debe ser consciente de que está andando, cuando esté sentado el practicante debe ser consciente de que está sentado; cuando esté tumbado, el practicante debe ser consciente de que está tumbado… No importa la posición en la que esté el cuerpo, el practicante debe ser consciente de esa posición. Practicando de esta manera, se vive en una atención constante y directa del cuerpo…” Sin embargo la atención a las posturas del cuerpo no es suficiente. El Sutra de la Atención Mental dice que debemos ser conscientes de cada respiración, de cada movimiento, de cada pensamiento, y sentimiento, en pocas palabras, de todo aquello que tenga alguna relación con nosotros mismo.
Pero ¿Cuál es el propósito de las instrucciones del Sutra? ¿Dónde vamos a encontrar el tiempo para practicar esa atención mental? Si un trabajador se pasa el día practicando atención mental ¿le quedaría tiempo suficiente para realizar todo el trabajo que es necesario para cambiar y construir otra alternativa para la sociedad? ¿Cómo se las arreglará Steve para trabajar, atender los estudios de Tony, llevar los pañales de Zoe a la lavandería y practicar atención mental, todo al mismo tiempo?
El milagro es andar sobre la tierra
Steve dijo que desde que había comenzado a considerar el tiempo dedicado a Ann y a Tony como el suyo propio, tenía “tiempo ilimitado”. Pero quizá sólo lo tenga en principio. Porque indudablemente habrá ocasiones en las que Steve olvide considerar el tiempo de Tony como suyo mientras le ayuda con los deberes, y por tanto Steve pierde ese tiempo. Puede ser que Steve desee que el tiempo pase rápidamente, o puede ser que se impaciente porque le parezca que está perdiendo el tiempo porque no es su propio tiempo. Por tanto, si realmente desea “tiempo ilimitado” (lo que significa mucho más que un principio) tendrá que mantener vivo el pensamiento de que es su propio tiempo todo aquel que pase estudiando con Tony. Pero en tales ocasiones la mente está distraída con otros pensamientos, y si realmente se desea mantener viva la conciencia (a partir de ahora emplearé el término “atención mental” para referirme al hecho de mantener viva la conciencia en la realidad presente) hay que comenzar desde ahora mismo a practicar en la vida diaria igual que se practica durante las sesiones de meditación.
Cuando un trabajador anda por el sendero de tierra roja que conduce a un pueblo, puede practicar atención mental. Cuando anda por ese sendero rojo, rodeado de parcelas de hierba verde, si practica la atención mental, sabrá que está andando por ese camino, el camino que conduce al pueblo. Práctica manteniendo vivo este pensamiento: “Estoy caminando por el sendero que lleva al pueblo”; si está lloviendo o hace sol, si el sendero está mojado o seco, él mantiene ese pensamiento. Pero no lo repite de forma maquinal una y otra vez; el pensamiento maquinal es lo contrario de la atención mental. Hay personas que recitan el nombre del Buda como una máquina mientras su mente se dispersa en mil direcciones distintas. Creo que repetir así el nombre del Buda es peor que no recitarlo de ninguna manera. Si realmente estamos inmersos en la atención mental mientras caminamos a lo largo del sendero que conduce al pueblo, consideraremos cada paso que damos como una maravilla infinita y la alegría se abrirá en nuestro corazón como una flor, permitiéndonos entrar al mundo de la realidad. A mi me gusta pasear solo por los caminos vecinales con arrozales y plantas salvajes a ambos lados, dando cada paso sobre la tierra con atención mental, sabiendo que camino sobre una tierra maravillosa. En tales momentos la existencia es una realidad milagrosa y maravillosa. La gente considera que desplazarse por el agua o el aire es un milagro, pero yo pienso que el verdadero milagro no es desplazarse por el agua o el aire, sino andar por la tierra. Todos los días estamos inmersos en un milagro que ni siquiera reconocemos. Simplemente piensa, Quang: el cielo azul, las nubes blancas, las hojas verdes y los ojos negros y curiosos de tu hijita Hai Trieu Am. Tus dos ojos, Quang, son también un milagro, como ese cielo, esas nubes, esas hojas y sus ojos jóvenes.
El Maestro Zen Doc The dice que al sentarse en meditación uno debe hacerlo derecho, haciendo nacer este pensamiento: “Sentarse aquí es como hacerlo en Bodhi. Bodhi es el lugar en el que Buda estaba sentado cuando alcanzó la Iluminación. Si cualquier persona puede llegar a ser un Buda, y los Budas son innumerables, puesto que significa personas que han alcanzado la Iluminación y son Budas ellos mismos, alguno se habrá sentado en el mismo lugar que estoy sentado yo ahora. Sentarse en el mismo lugar como un Buda hace nacer la felicidad y sentarse con atención mental significa haber llegado a ser un Buda en potencia”. El poeta Nguyen Cong Tra experimentó lo mismo cuando se sentó en cierto lugar y repentinamente vio cómo otros se habían sentado en el mismo lugar incontables años antes y cómo en años futuros otros irían a sentarse allí:
Al mismo lugar en que yo me siento hoy
Otros vinieron, en edades pasadas a sentarse,
Tras mil años, todavía vendrán otros.
¿Quién es el que canta y quién el que escucha?
El lugar y los minutos que pasó allí llegaron a ser un eslabón en la realidad eterna.
Pero nuestros trabajadores no tienen tiempo para pasarlo con calma, pasando por senderos de hierba verde y sentándose bajo los árboles. Un trabajador debe preparar proyectos, consultar con los campesinos, intentar resolver un millón de dificultades que surjan, trabajar en los campos, y afrontar todo tipo de tareas. Durante todo ese tiempo, el trabajador debe mantener su atención enfocada en el trabajo, debe estar alerta, listo para manejar la situación con habilidad ye inteligencia. Puedes preguntar: ¿Cómo van entonces los trabajadores a practicar la atención mental? Mi respuesta es: Mantener la atención enfocada al trabajo, estar alerta y preparado para manejar hábil e inteligentemente cualquier situación que pueda surgir, ello es en sí mismo atención mental. No hay ninguna razón por la que la atención mental deba ser diferente si se está enfocando toda la atención al trabajo, si se está alerta y se está usando el mejor juicio de uno. Mientras se está consultando, resolviendo y tratando todo aquello que surja, es necesario un corazón tranquilo y un autocontrol si se quieren obtener buenos resultados. Cualquier trabajador puede verlo: sin control de nosotros mismos y dejando que interfieran nuestra impaciencia y nuestra ira, nuestra trabajo no tendrá ningún valor.
La atención mental es el milagro mediante el que nos dominamos y restauramos a nosotros mismos.
Considera, por ejemplo, a un mago que cortara su cuerpo en trozos y colocara cada uno en una región diferente, las manos a sur, los brazos al este, las piernas al norte, etc., y en virtud de algún milagroso poder con un grito volviera a reunir cada una de las partes del cuerpo. La atención mental es así, es el milagro que puede llamar en un relámpago a nuestra mente dispersa y restaurar la totalidad, de manera que podamos vivir cada minuto de nuestra vida.
Cada Acto es Un Rito
Quan una vez oí un buen símil sobre la respiración. Imaginare una muralla elevadísima desde cuya cima uno puede ver enormes distancias, pero para lo que no parece haber ningún método para subir excepto un hilo finísimo que cuelga a ambos lados desde una cima. Una persona lo suficientemente inteligente atara una cuerda mas gruesa a un extremo del hilo, ira al otro lado de la muralla y tirara del hilito hasta tener en su mano la cuerda; luego atara el extremo de la cuerda una soga gruesa y tirara de la cuerda; luego atara al extremo de la cuerda una soga gruesa y tirara de la cuerda. Cuando la soga haya llegado a un lado y este firmemente sujeta al otro, la muralla podrá ser fácilmente escalada.
Nuestro aliento es esa frágil hebra de hilo. Pero una vez que sabemos como utilizarlo herramienta que nos ayude a superar situaciones que de otra manera parecerían desesperadas. Nuestro aliento es el puente entre nuestro cuerpo y nuestra mente, el elemento que nos reconcilia y que hace posible la unidad cuerpo-mente. La respiración esta aliada al cuerpo y a la mente y ella sola es el instrumento que puede reunir, iluminar y llevar a ambos calma y paz.
Hay una gran cantidad de personas y libros que discuten los inmensos beneficios que resultan de una correcta respiración. Dicen que una persona que sabe respirar es una persona que sabe crear una infinita vitalidad: la respiración desarrolla los pulmones, fortalece la sangre y revitaliza todos los órganos del cuerpo.
Dicen que respirar adecuadamente es más importante que comer. Y todas esas afirmaciones son completamente correctas.
Tú sabes, Quang, que hace varios años yo estaba extremadamente enfermo. Después de varios años de tomar medicinas y de estar bajo tratamiento medico mi condición no habías mejorado. Así pues, volví a los métodos respiratorios y, gracias a ello, pude curarme a mi mismo.
Pero de lo que quiero hablarte, Quang, es de como la respiración es un instrumento y como la respiración es en si misma atención mental. La utilización de la respiración como instrumento puede ayudarnos a obtener inmensos beneficios pero que no pueden considerarse a si mismos como fines. Los beneficios son solamente una añadidura a la realización de la atención mental.
En Paris dirigía una pequeña clase de meditación de meditación para no-vietnamitas, entre los cuales había mucha gente joven. Yo les decía que si podían meditar una hora diaria era bueno, pero no suficiente; que tenían que practicar meditación cuando andasen, se parasen, se tumbasen, sentasen o trabajasen. Les había dicho como practicar meditación mientras se lavaban las manos, fregaban los platos, barrían el suelo, charlaban con los amigos o hacían cualquier cosa. Les dije: “Mientras lavas los platos, puedes estar pensando en el te que te aguarda luego, y de esta manera tratar de quitártelos cuanto antes de encima para poder sentarte y saborear una taza de te> Pero eso significa que eres incapaz de vivir durante el tiempo que tardas en fregar. Cuando laves los platos, esa tarea debe ser la cosa mas importante de tu vida; y mientras te bebes el te, eso debe ser lo mas importante de tu vida. Cuando uses el retrete, deja que eso sea lo mas importante de tu vida, y así siempre.” Partir leña es meditación, llevar agua es meditación. El practicante debe estar atento todo el día, y no solamente la hora reservada para la meditación formal, la lectura de las escrituras o el recitado de los Sutras. Cada acto puede ser realizado con atención mental. Cada acto debe ser realizado con atención mental. Cada acto es un rito, es una ceremonia. Elevar la taza de te hasta tu boca es un rito. Quizás la palabra “rito” es un poco demasiado solemne, pero la utilizo para empujar a la gente a la realización del darse cuenta del tema de la vida y de la muerte.
La Media Sonrisa
Cada día y a cada momento debemos practicar la atención mental. Esto es muy fácil de decir, pero no lo es tanto llevarlo a la práctica. Esta es la razón por la que sugiero a todos aquellos que acuden a las sesiones de meditación que cada persona debe dedicar un día a la semana para la práctica de la atención mental. Aunque al principio cada día debe ser nuestro día y cada hora nuestra hora, lo cierto es que muy pocos de nosotros han alcanzado ya ese punto: tenemos la impresión de que nuestra familia, lugar de trabajo y sociedad nos roban todo nuestro tiempo. Por ello urge que cada uno de nosotros seleccionemos un día de la semana como de nuestra propiedad. Podría ser el sábado, y si es un sábado entonces ese día debe ser enteramente tuyo, un día durante el cual eres totalmente el amo. El sábado será la palanca en la que te apoyes para crear el hábito de la práctica de la atención mental. Cada trabajador de nuestra comunidad de servicio debe tener derecho a ese día, porque si no lo hacemos así, rápidamente nos perderemos en una vida llena de acción y preocupaciones. Cualquiera que sea el día elegido, puede ser considerado como el día de la atención mental.
Si quieres fijar un día para la atención mental, debes buscar la forma en que te recuerde el momento en que abras los ojos que ese es tu día de atención mental. Se puede colgar algo del techo de la habitación, -un papel con las palabras “atención mental” o una rama de pino- cualquier cosa que te sugiera un cuanto abras los ojos y lo veas que ese es tu día de atención mental. Hoy es tu día. Y al recordar eso debes sonreír, una sonrisa que afirme que estas en plena atención mental, una sonrisa que alimente esa perfecta atención mental.
Mientras todavía estés en la cama, comienza a observar tu propia respiración –respiraciones lentas, largas y conscientes-. Luego levántate lentamente de tu cama (en lugar de dar un salto, como de costumbre) y alimenta la atención mental con cada movimiento. Una vez arriba, cepíllate los dientes, álbate la cara y realiza todas tus actividades matutinas de una forma tranquila y relajada, cada movimiento realizado con atención mental. Sigue tu respiración, susténtala y no dejes que tus pensamientos se dispersen. Cada movimiento debe ser hecho relajadamente; mide tus pasos con respiraciones largas y tranquilas. Mantén una media sonrisa.
Como mínimo debes pasar media hora tomando un baño. Hazlo relajada y atentamente de modo que cuando acabes te sientas ligero y fresco. Tras esto debes hacer las tareas domesticas tales como lavar la ropa, limpiar las mesas, barrer el suelo de la cocina, arreglar libros en la estanterías. Cualesquiera que sean las tareas, deben ser hechas con lentitud y facilidad, con plena atención. En ningún caso deben ser realizadas para quitárselas de encima. Decide hacerlas relajado, con toda tu atención puestas en ellas. Disfrútalas, se uno con ellas. Si no lo haces así, el día dedicado a la atención mental no tendrá ningún valor; el sentimiento de que estas labores son una lata desaparecerá pronto si son realizadas con atención mental. Toma el ejemplo de los Maestros Zen, no importa que tarea o movimiento hagan, todo lo realizan con lentitud y tranquilidad, sin desgano.
Para los principiantes, lo mejor es mantenerse en silencio durante todo el día. Eso no quiere decir que en el día de la atención mental, no puedas hablar nada en absoluto; puedes hablar y puedes incluso cantar, pero tanto si hablas como si cantas hazlo con plena conciencia de lo que estas diciendo o cantando, y procura hacerlo lo menos posible. Naturalmente que es posible cantar y practicar la atención mental al mismo tiempo, siempre que sea consciente de hecho de que se esta cantando y enterándose de lo que se canta. Pero hay que comprender que es mucho mas fácil perder la atención mental mientras se habla o se canta si la intensidad de la meditación es todavía débil.
A mediodía, prepárate la comida. Guisa y lava los platos con atención mental. Por la mañana, después de haber limpiado y ordenado la casa, y por la tarde, tras haber trabajado en el jardín o haber contemplado las nubes o recogido flores, prepárate un poco de te para tomártelo sentado y con atención mental. Tomate tiempo para hacerlo. No bebes tu te como el que traga una taza de café en una pausa del trabajo. Tomate tu te con lentitud y reverencia, como si fuera el eje alrededor del cual gira el mundo. Lenta, tranquilamente, sin correr hacia el futuro. Vive el momento actual, porque solo este momento actual es vida. No te apegues a futuro, no te preocupes por las cosas que tengas que hacer. No pienses en levantarte para hacer algo o desembarazarte de ello, no pienses en la “partida”. ¿Recuerdas las estrofas de mi poema “La mariposa sobre el campo de las doradas flores de mostaza?
Se una yema tranquilamente asentada en el seto.
Se una sonrisa, una parte de la maravillosa existencia.
Quédate aquí. No hay necesidad de partir.
Esta tierra es tan bella como la tierra de nuestra niñez.
Por favor, no la dañes y sigue cantando…
Por la tarde, puedes leer las escrituras y copiar algunos pasajes, escribir cartas a los amigos o hacer cualquier cosa con la que disfrutes fuera de tus deberes habituales durante la semana. Pero cualquier cosa que hagas, hazla en atención mental. Cena frugalmente, pues mas tarde, a las diez o a las once, cuando te sientes en meditación lo harás mas fácilmente con un estomago vació. Después puedes dar un lento paseo al aire fresco de la noche, siguiendo tu respiración con atención mental y midiendo la duración de tus respiraciones por tus pasos. Vuelve a tu habitación y duerme con atención mental.
Quang, de alguna manera debemos encontrar una vía que permita a cada trabajador un día de atención mental. Ese día es crucial una vez por semana y su efecto sobre los otros días de la semana es inconmensurable. Hace diez años gracias a ese día de atención mental, Chun Van y nuestras otras hermanas y hermanos de la orden Tiep Hein pudieron guiarse a si mismos a través de los tiempos difíciles. Tras solamente tres meses de observar ese día de atención una vez a la semana, se que observaras un cambio significativo en tu vida Este día comenzara a penetrar los otros días de la semana, capacitándote con el tiempo para vivir con atención los siete días de la semana. Estoy seguro de que estarás de acuerdo conmigo en la importancia del día de la atención mental.
Uno es Todo, Todo es uno
Quang, me gustaría dedicar unas líneas a hablar de los métodos que un trabajador puede usar para llegar a la liberación de estrechos puntos de vista y obtener la intrepidez y gran compasión del Bodhisattva. Estos métodos son la contemplación de la interdependencia, la impermanencia y la compasión.
Mientras te sientas en meditación, después de haber sujetado tu mente, puedes dirigir tu concentración a contemplar la naturaleza interdependiente de ciertos objetos. Esta meditación no es una divagación reflexiva sobre la filosofía de la interdependencia; es una penetración de la mente dentro de la Mente misma, usando el poder de la concentración para provocar a los objetos contemplados a revelar su naturaleza real.
Todos los que han estudiado las enseñanzas de Vijnanavada saben que el término Vijnana (Conciencia) abarca tanto al sujeto como al objeto del conocimiento. El Objeto y el Sujeto del Conocimiento no pueden existir independientemente. El ver significa ver algo, el oír es oír algo, estar airado es estar airado por algo, el esperar es esperar por algo, el pensar es pensar en algo, etc. cuando el objeto del Conocimiento (el algo), no está presente, no puede haber sujeto que reciba el conocimiento. El practicante medita sobre la Mente, y al hacerlo, es capaz de ver la interdependencia que existe entre el objeto y el sujeto del conocimiento. Cuando practicamos la atención sobre la respiración, ese conocimiento sobre la respiración es Mente; cuando practicamos la atención sobre el cuerpo, el conocimiento del cuerpo es Mente; cuando practicamos la atención sobre objetos externos, el Conocimiento sobre esos objetos también es Mente. Por tanto, la contemplación de la naturaleza de la interdependencia de todos los objetos, también es la contemplación de la mente. Cada objeto de la Mente, es Mente en sí mismo.
En Budismo, los objetos de la mente se llaman dharmas, que están agrupados en cinco categorías:
1) Formas físicas y corporales
2) Sensaciones
3) Emociones
4) Funcionamientos mentales
5) Conciencia
Estas cinco categorías son llamadas los cinco agregados. Sin embargo, la quinta categoría, conciencia, contiene todas las demás y es la base de su existencia.
La contemplación de la interdependencia es una profundización en todos los dharmas para penetrar su verdadera naturaleza y verlos como partes del gran cuerpo de la realidad y ver a éste como indivisible. No puede ser dividido en pedazos que tengan, cada uno de por sí, existencia propia separada de la totalidad.
El primer objeto de contemplación que hemos de tener en cuenta, es nuestra propia persona, el ensamblaje de los cinco agregados en nosotros mismos. El practicante contempla, justo aquí y ahora, los cinco agregados que le conforman.
Es su propio cuerpo donde el practicante toma conciencia de la presencia de la forma corporal, sentimientos, percepciones, funciones mentales y conciencia; observa esos “objetos” hasta que ve que cada uno de ellos tiene una íntima conexión con el mundo exterior: si ese mundo no existe, el ensamblaje de los cinco agregados tampoco puede existir. Pongamos por ejemplo una mesa; la existencia de la mesa es posible gracias a la existencia de las cosas que podemos llamar el mundo de lo que no es una mesa: el bosque en que creció y del que fue cortada la madera, el carpintero, el acero o cualquier otro material del que están hechos los clavos y tornillos…. Y un innumerable cúmulo de cosas que tienen relación con la mesa, desde los padres y antepasados del carpintero hasta el sol y la lluvia que hicieron posible el crecimiento de los árboles. Si captamos la realidad de la mesa vemos que en la mesa misma están presentes todas aquellas cosas que normalmente consideramos un mundo que nada tiene que ver con la mesa, y que si separamos cualquiera de los referidos elementos y los devolvemos a sus fuentes –los clavos de la mina de hierro, el carpintero a sus padres- la mesa no existiría.
La persona que mira la mesa y puede ver el universo es una persona que puede ver el camino. El practicante meditará de la misma manera sobre la concurrencia de los cinco agregados en sí mismo. Meditará sobre ellos hasta que pueda ver su presencia en él y sea capaz de ver que su propia vida y la vida del universo están íntimamente relacionadas. Si los cinco agregados vuelven a sus orígenes, el ser deja de existir. A cada segundo el mundo alimento los cinco agregados. El ser no difiere de la reunión de tales cinco agregados. Y esta reunión juega también un papel crucial en la formación, creación y destrucción de todas las cosas del universo.
Tres Maravillosas Respuestas
Antes de terminar esta carta, me gustaría contarte de nuevo una pequeña historia de Tolstoi. Es el cuento de las tres preguntas del emperador, del cual Tolstoi no sabía el nombre…
Un cierto emperador pensó un día que si se conociera la respuesta a las siguientes tres preguntas, nunca fallaría en ninguna cuestión. Las tres preguntas eran:
¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?
¿Cuál es la gente más importante con la que trabajar?
¿Cuál es la cosa más importante para hacer en todo momento?
El emperador publicó un edicto a través de todo su reino anunciando que cualquiera que pudiera responder a estas tres preguntas recibiría una gran recompensa, y muchos de los que leyeron el edicto emprendieron el camino al palacio; cada uno llevaba una respuesta diferente al emperador.
Como respuesta a la primera pregunta, una persona le aconsejó proyectar minuciosamente su tiempo, consagrando cada hora, cada día, cada mes y cada año a ciertas tareas y seguir el programa al pie de la letra. Sólo de esta manera podría esperar realizar cada cosa en su momento. Otra persona le dijo que era imposible planear de antemano y que el emperador debería desechar toda distracción inútil y permanecer atento a todo para saber qué hacer en todo momento. Alguien insistió en que el emperador, por sí mismo, nunca podría esperar tener la previsión y competencia necesaria para decidir cada momento cuándo hacer cada cosa y que lo que realmente necesitaba era establecer un “Consejo de Sabios” y actuar conforme a su consejo.
Alguien afirmó que ciertas materias exigen una decisión inmediata y no pueden esperar los resultados de una consulta, pero que si él quería saber de antemano lo que iba a suceder debía consultar a magos y adivinos.
Las respuestas a la segunda pregunta tampoco eran acordes. Una persona dijo que el emperador necesitaba depositar toda su confianza en administradores; otro le animaba a depositar su confianza en sacerdotes y monjes, mientras algunos recomendaban a los médicos. Otros que depositaban su fe en guerreros.
La tercera pregunta trajo también una variedad similar de respuestas. Algunos decían que la ciencia es el empeño más importante; otros insistían en la religión e incluso algunos clamaban por el cuerpo militar como lo más importante.
Y puesto que las respuestas eran todas distintas, el emperador no se sintió complacido con ninguna y la recompensa no fue otorgada.
Después de varias noches de reflexión, el emperador resolvió visitar a un ermitaño que vivía en la montaña y del que se decía era un hombre iluminado. El emperador deseó encontrar al ermitaño y preguntarle las tres cosas, aunque sabía que él nunca dejaba la montaña y se sabía que sólo recibía a los pobres, rehusando tener algo que ver con los ricos y poderosos. Así pues el emperador se vistió de simple campesino y ordenó a sus servidores que le aguardaran al pié de la montaña mientras él subía solo a buscar al ermitaño,
Al llegar al lugar donde habitaba el hombre santo, el emperador le halló cavando en el jardín frente a su pequeña cabaña. Cuando el ermitaño vio al extraño, movió su cabeza en señal de saludo y siguió con su trabajo. La labor, obviamente, era dura para él, pues se trataba de un hombre anciano, y cada vez que introducía la pala en la tierra para removerla, la empujaba pesadamente.
El emperador se aproximó a él y le dijo: “He venido a pedir tu ayuda para tres cuestiones:
“¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?
¿Quienes son las personas más importantes con las que uno debe trabajar?
¿Qué cosa es la más importante que hacer en todo momento?
El ermitaño le escuchó atentamente pero no respondió. Solamente posó su mano sobre su hombro y luego continuó cavando. El emperador le dijo: “Debes estar cansado, déjame que te eche una mano”. El eremita le dio las gracias, le pasó la pala al emperador y se sentó en el suelo a descansar.
Después de haber acabado dos cuadros, el emperador paró, se volvió al eremita y repitió sus preguntas. El eremita tampoco contestó sino que se levantó y señalando la pala y dijo: “¿Por qué no descansas ahora? Yo puedo hacerlo de nuevo”. Pero el emperador no le dio la pala y continuó cavando. Paso una hora, luego otra y finalmente el sol comenzó a ponerse tras las montañas. El emperador dejó la pala y dijo al ermitaño: “Vine a ver si podías responder a mi tres preguntas, pero si no puedes darme una respuesta dímelo para que pueda volverme a mi palacio”.
El eremita levantó la cabeza y preguntó al emperador: “¿Has oído a alguien corriendo por allí?”. El emperador volvió la cabeza y de repente ambos vieron a un hombre con una larga barba blanca que salía del bosque. Corría enloquecidamente presionando sus manos contra una herida sangrante en su estómago. El hombre corrió hacia el emperador antes de caer inconsciente al suelo, dónde yació gimiendo. Al rasgar los vestidos del hombre, emperador y ermitaño vieron que el hombre había recibido una profunda cuchillada. El emperador limpió la herida cuidadosamente y luego usó su propia camisa para vendarle, pero la sangre empapó totalmente la venda en unos minutos. Aclaró la camisa y le vendó por segunda vez y continuó haciéndolo hasta que la herida cesó de sangrar.
El herido recuperó la conciencia y pidió un vaso de agua. El emperador corrió hacia el arrollo y trajo un jarro de agua fresca. Mientras tanto se había puesto el sol y el aire de la noche había comenzado a refrescar. El eremita ayudó al emperador a llevar al hombre hasta la cabaña donde le acostaron sobre la cama del ermitaño. El hombre cerró los ojos y se quedó tranquilo. El emperador estaba rendido tras un largo día de subir la montaña y cavar en el jardín y tras apoyarse contra la puerta se quedó dormido. Cuando despertó, el sol asomaba ya sobre las montañas. Durante un momento olvidó donde estaba y lo que había venido a hacer. Miró hacia la cama y vio al herido, que también miraba confuso a su alrededor; cuando vio al emperador, le miró fijamente y le dijo en un leve suspiro: “Por favor, perdóneme”.
- Pero ¿qué has hecho para que yo deba perdonarte?- preguntó el emperador.
- Tú no me conoces, Majestad, pero yo te conozco a ti. Yo era tu implacable enemigo y había jurado vengarme de ti, porque durante la pasada guerra tú mataste a mi hermano y embargaste mi propiedad. Cuando me informaron de que ibas a venir solo a la montaña para ver al ermitaño decidí sorprenderte en el camino de vuelta para matarte. Pero tras esperar largo rato sin ver signos de ti, dejé mi emboscada para salir a buscarte. Pero en lugar de dar contigo, topé con tus servidores y me reconocieron y me atraparon, haciéndome esta herida. Afortunadamente pude escapar y corrí hasta aquí. Si no te hubiera encontrado seguramente ahora estaría muerto. ¡Yo había intentado matarte, pero en lugar de ello tú has salvado mi vida! Me siento más avergonzado y agradecido de lo que mis palabras pueden expresar. Si vivo, juro que seré tu servidor el resto de mi vida y ordenaré a mis hijos y a mis nietos que hagan lo mismo. Por favor, Majestad, concédeme tu perdón.
El emperador se alegró muchísimo al ver que se había reconciliado fácilmente con su acérrimo enemigo, y no sólo le perdonó sino que le prometió devolverle su propiedad y enviarle a sus propios médicos y servidores para que le atendieran hasta que estuviera completamente reestablecido.
Tras ordenar a sus sirvientes que llevaran al hombre a su casa, el emperador volvió a ver al ermitaño. Antes de volver al palacio el emperador quería repetir sus preguntas por última vez; encontró al ermitaño sembrando el terreno que ambos habían cavado el día anterior.
El ermitaño se incorporó y miró al emperador. “Tus preguntas ya han sido contestadas”.
-Pero, ¿Cómo?- preguntó el emperador confuso.
-Ayer, si su Majestad no se hubiera compadecido de mi edad y me hubiera ayudado a cavar estos cuadros, habría sido atacado por ese hombre en su camino de vuelta. Entonces habría lamentado no haberse quedado conmigo. Por lo tanto el tiempo más importante es el tiempo que pasaste cavando los cuadros, la persona más importante era yo mismo y el empeño más importante era el ayudarme a mí. Más tarde, cuando el herido corría hacia aquí, el momento más oportuno fue el tiempo que pasaste curando su herida, porque si no le hubieses cuidado habría muerto y habrías perdido la oportunidad de reconciliarte con él. De esta manera, la persona más importante fue él y el objetivo más importante fue curar su herida. Recuerda que sólo hay un momento importante y es ahora. El momento actual es el único sobre el que tenemos dominio. La persona más importante es siempre con la persona con la que estás, la que está delante de ti porque quien sabe si tendrás trato con otra persona en el futuro. El propósito más importante es hacer que esa persona, la que está junto a ti, sea feliz, porque es el único propósito de la vida.
Quang, la historia de Tolstoi es como una historia de las escrituras budistas; no desmerece de ningún Sutra. Hablamos del servicio social, el servicio a la gente, el servicio a la humanidad, el servicio a los que están lejos, pero a menudo olvidamos que es la propia gente que nos rodea por la que debemos vivir en primer lugar. Si no puedes ayudar a tu propia esposa, Muoi, y a tu hijita Hai Trieu Am, ¿cómo puedes servir a la sociedad? Si no puedes hacer feliz a Hai Triu Am, ¿cómo esperas hacer feliz a nadie más? Si todos nuestros amigos de la Escuela de la Juventud no se aman y se ayudan unos a los otros, ¿a quién vamos a amar y ayudar? ¿Estamos trabajando para los seres humanos o sólo lo estamos haciendo en nombre de nuestra organización?
Servicio social. La palabra servicio es inmensa: la palabra social es igual de inmensa. Regresemos lo primero de todo a una escala más modesta: nuestras familias, nuestros compañeros, nuestros amigos, nuestra propia comunidad. Debemos vivir para ellos, porque sino podemos vivir para ellos ¿para quien mas creemos que estamos viviendo?
Tolstoi es un Bodhisattva. Pero, ¿fue el emperador capaz de ver el significado de la vida? ¿Cómo podemos vivir el momento presente, vivir justo ahora con la gente que nos rodea, ayudándoles a disminuir sus sufrimientos y hacer sus vidas muy felices? ¿Cómo? La respuesta, Quang, es ésta: Debemos practicar atención mental.
El principio que nos muestra Tolstoi parece fácil, pero si queremos llevarlo a la práctica debemos usar los métodos de la atención mental para buscar y hallar el camino del Buda. Quang, he escrito estas páginas para que las utilicen nuestros amigos de la Escuela de la Juventud.
Hay mucha gente que ha escrito acerca del tema sin haberlo vivido, pero ya he escrito sólo aquellas cosas que he experimentado por mí mismo.
Espero que tú y nuestros amigos encuentren en estas cosas al menos una pequeña ayuda en el sendero de nuestra búsqueda: el sendero de nuestro retorno por la práctica de la atención mental.
Alkmaar, febrero 1975.
sacado del libro " el milagro de vivir despierto"
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